viernes, 30 de marzo de 2012

Con la misma Moneda

Muchas veces, a lo largo de toda nuestra historia como país, hemos sido testigos de las teorías económicas importadas desde las naciones desarrolladas y apoyadas desde aquí por los economistas-gurúes, los cipayos de siempre, del entablishment económico mundial y hemos evidenciado en carne propia, me refiero a la sociedad Argentina y Latinoamericana,  durante décadas pasadas las consecuencias de seguir al pie de la letra tales teorías y/o recomendaciones.

La producción de alimentos a nivel mundial no le escapa a este fenómeno del liberalismo despiadado, y en la actualidad podemos observar como los países industrializados en las principales cumbres, de la OMC (Organización Mundial del Comercio) y en las reuniones del G-20,  hacen lobby por sus reclamos sobre los precios de los alimentos e intentan posicionar sus teorías al respecto , las cuales increíblemente en este caso parecen haber invertido la ideología de quienes las promueven, al punto tal que cambian sus habituales teorías del libre mercado y libre comercio como garantes del pleno abastecimiento, de alimentos en este caso, por una especie de proteccionismo (de ellos obviamente) y proponen la intervención de los precios de los commodities como herramienta fundamental para combatir la hambruna y lograr el abastecimiento pleno de alimentos al mundo. Lo cual no queda claro como se lograría desincentivando justamente al productor con un precio tope, en vez de fomentar el incremento de la producción con diferentes estímulos como propone nuestro país junto con Brasil y China entre otros.

 Una paradoja o una gran contradicción del mundo desarrollado, y puntualmente del liberalismo despiadado? A mi entender, simplemente un doble discurso. Sobre todo si tenemos en cuenta que también en los últimos días recibimos críticas de ciertos países industrializados en estas mismas cumbres ante las trabas de nuestro país al “libre comercio” molestos ante las políticas de protección industrial desarrolladas por el comercio exterior Argentino.

Habitualmente la teoría del libre mercado, de la auto-regulación del mismo como herramienta perfecta para  lograr el justo equilibrio es la predilecta por los países industrializados para convencer, o al menos intentarlo, a los países en vías de desarrollo para abrir sus economías a sus productos industriales, y que no se ejerzan regulaciones ni de precios (arancelarias) ni de ningún otro tipo (LNA). Y en los casos donde países deciden cuidar sus economías o industrias con ciertas actitudes respecto a este tipo de bienes, salen inmediatamente al cruce con duras críticas desde justamente las mismas reuniones de la OMC, y con el Lobby del aparato mediático del mismo entrablishment entre otras modalidades de presión.

Puntualmente cuando se habla de regulaciones de precios, lo que indica la teoría siempre respaldada, al menos hasta ahora, por este tipo de países es la de la no intervención ya que el aumento de los precios generará un mercado interesante para la oferta generando una expansión de la misma al punto que llegará a cubrir los requerimientos de la demanda en un punto de equilibrio, lo que se podría llamar pleno abastecimiento, o al menos eso intentan demostrar con la teoría de que este tipo de políticas generaría mayor cantidad de comercio global, o al menos cuando se trata de sus bienes industriales, no por el contrario cuando se trata de los alimentos que producimos los Argentinos.

En el caso puntual de los alimentos, la postura de los países centrales-industrializados choca de lleno con la que habitualmente respaldan respecto a sus producciones. En este caso atribuyen la necesidad de una regulación en el precio, sin importarles la naturaleza y el trabajo del productor, ni tampoco teniendo en cuenta que es contradictorio a su postura habitual ya que una política de precio máximo desincentivaría a dichos productores de incrementar la producción, lo cual no llevaría justamente al pleno abastecimiento, sino tal vez agravaría la situación, tal vez… el objetivo sea cuidar las balanzas comerciales de países que se puedan ver afectados por la importación de este tipo de bienes y que no son productores netos, entre otros aspectos a tener en cuenta.

 La pregunta que surge es, que pasaría si en el mundo se discutiera el precio del petróleo?  De ponerle un techo para evitar el encarecimiento de todas las actividades de la economía en las cuales impacta el precio del mismo? Incluso mucho más significativo que el precio de los alimentos seguramente. O si por otro lado nos pusiéramos a discutir sobre un techo o tope al precio de ciertos bienes industriales que producen estas potencias mundiales? Se llevaría el mismo tratamiento  sobre el tema, o se cambiarían nuevamente las teorías o enfoques?

En los tiempos actuales, con la experiencia de políticas económicas nefastas de las décadas anteriores, impulsadas y muchas veces diagramadas desde afuera, contrastando con casi una década de una visión diferente de la ciencia económica, mucho más contemplativa y amplia en su visión, con políticas propias y teorías formuladas en casa, es que nos podemos parar desde la otra vereda, analizar y contestarles a estos gurúes de siempre y plasmar con firmeza en dichas cumbres nuestra postura. O bien, que es lo mismo, podemos cambiar los enfoques de acuerdo al caso y nuestra conveniencia, pagándoles con la misma moneda.